Día Sábado. Nos preparábamos para salir de la ciudad alrededor de las 10:30 hrs. rumbo a Laguna Verde, sector conocido por sus playas y acantilados.
También íbamos en busca de una hermosa playa, de difícil acceso, llamada Las Docas. Sin saber muy bien el lugar donde iríamos, como llegaríamos y que aventuras tendríamos en el camino me entusiasmaba a cada paso que daba.
Solamente con mi cámara, un poco de bloqueador, una toalla de playa y 10 lucas en mi billetera, sabía que era suficiente para llegar a nuestro destino.
“Un viajero sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas” – Moslih Eddin Saadi.
De Viña a Valparaíso comenzó la ruta. Nos acompañaba una botella de agua y el sonido de la radio.
Llegamos a la Aduana, acceso al túnel ida a Laguna Verde, pasamos por acantilados y podíamos ver pequeñas casas que se veían a la distancia.
Tras unos giros ya comenzabamos a adentrarnos en el bosque que nos llevaría al mirador de Laguna Verde. Un lugar donde puedes estacionar y sacar fotos “postal”. Eso no era suficiente… Nos adentramos en el cerro, hacia el acantilado. Luego de caminata bajo el sol, llegamos a la punta del acantilado. En ese lugar se podía sentir la inmensidad. Solo se escucha el viento y mar. El silencio es paz.
Una vez en el pueblo, entramos a Playa Grande. Desde allí se observa la carretera dedes donde veníamos.
El paisaje es hermoso mientras disfrutamos un rato de las olas para luego retomar nuestro camino a esa playa que todos comentan como paradisiaca.
De una carretera urbana pasamos a un camino sin pavimentar que no es muy bueno para un auto del 2001 con tracción en solo dos ruedas… pero ahí estábamos, acercándonos cada vez mas a nuestro destino.
“Nuestro destino nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas”. – Henry Miller
Solo vemos polvo, tierra y pinos, unos 3 km. de no saber muy bien hacia donde vamos y si estamos cerca o no de esta playa, hasta que logras ver desde lejos el mar. Estábamos cerca, lo sabíamos.
Estacionamos arriba, ya que el acceso es dificil para nuestro auto. Caminando hacia el mar nos maravillamos con un acantilado cubierto de verde y luego ya podíamos ver la curva que nos indicaba nuestra meta.
Apresumanos el paso y contemplamos la playa desde arriba cubierta por los acantilados, que la aislaba y protegía de sus otras compañeras. Bajamos y al tocar la arena, Misión Cumplida.
Un lugar hermoso de verdad. Una playa sacada de un sueño, pero el saber que está a solo kilómetros de casa es la mejor parte.
A veces solo debes salir y caminar un poco más lejos…